jueves, 3 de julio de 2014

Lineas de Fuga

Es muy posible que escribir tenga una relación esencial con las líneas de fuga. Escribir es trazar líneas de fuga que no son imaginarias, y que uno debe forzosamente seguir porque la escritura nos compromete con ellas, en realidad nos embarca. Escribir es devenir, pero no devenir escritor, sino devenir otra cosa. Un escritor de profesión puede juzgarse según su pasado o su futuro, según su porvenir personal o según la posteridad ("seré comprendido en dos años, en cien años", etc). Otros muy distintos son los devenires contenidos en la escritura cuando ésta no se alía con las consignas establecidas, sino que traza líneas de fuga. Se diría que la escritura por sí misma, cuando no es oficial, se encuentra forzosamente con 'minorías', que ni escriben necesariamente por su cuenta, ni tampoco se escribe sobre ellas, en el sentido de que no son tomadas como objeto, pero en las que como contrapartida uno está atrapado, quiérase o no, por el hecho de escribir. Una minoría nunca está del todo definida, una minoría sólo se constituye a partir de líneas de fuga que corresponden a su manera de avanzar y de líneas de fuga que corresponden a su manera de avanzar y de atacar...

...Al escribir se proporciona escritura a los que no la tienen, y éstos a su vez proporcionan a la escritura un devenir sin el cual no existiría, sin el cual sería pura redundancia al servicio de los poderes establecidos. Que el escritor sea minoritario no significa que haya más lectores que personas que escriben; en la actualidad eso ya ni siquiera sería cierto. Que el escritor sea minoritario significa que la escritura encuentra siempre una minoría que no escribe; y no es que la escritura se encargue de escribir para esa minoría, en su lugar o a propósito de ella, sino que hay encuentro,  encuentro en el que cada uno empuja al otro, lo arrastra en su línea de fuga, en una desterritorialización conjugada. La escritura se conjuga siempre con otra cosa que es su propio devenir. No hay ningún agenciamiento que funcione a partir de un único flujo. La escritura no es cuestión de imitación sino de conjunción. El escritor está impregnado hasta el fondo de un devenir-no-escritor...

...Hay todo un sistema social que podríamos llamar sistema pared blanca-agujero negro. Siempre estamos prendidos con alfileres en la pared de las significaciones dominantes, hundidos en el agujero de nuestra subjetividad, en el agujero negro de nuestro querido Yo. Pared en la que se inscriben todas las determinaciones objetivas que nos fijan, que nos cuadriculan, que nos identifican y nos obligan a reconocer; agujero en el que habitamos con nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestras pasiones, nuestros secretitos demasiado conocidos, nuestro deseo de darlos a conocer. El rostro, además de ser un producto de este sistema, es una producción social...

Extraído de Diálogos. Cap 2, De la superioridad de la literatura angloamericana. Gilles Deleuze & Claire Parnet. Ed Pretextos. Valencia 1980.



Quiero compartir con vosotros compañeros este texto que no habla solamente de creación, de escritura o en definitiva de cualquier forma de arte. El texto habla directamente a la persona, al filósofo que cada uno de nosotros somos, a la elección vital escogida frente a la variedad de posibilidades. Habla de devenir lo que somos, de reterritorializar nuevas perspectivas, de conquista pero también del necesario abandono de lo recién adquirido. También habla de encuentro, de comunión o conjunción entre seres que en su devenir ocupan lugares comunes. Si una palabra puede resumir la idea es la de 'flujo', esa vieja idea heracliteana que asoma una y otra vez como respuesta a muchas cuestiones que sin dejar atraparse se nos volatilizan de las manos. Habla de minorías, las mismas que abandonan corrientes y se obligan a la reconstrucción o recreación constantes. Pero de lo que también habla el texto, a pesar de lo que pensemos sobre nuestra autonomía, es de lo no-elegibles que somos incluso para nosotros mismos. De la opción vital a la que se ve abocado aquel que decide ir a la conquista, al encuentro de nuevos mundos sin más planteamientos que los de su propio desarrollo natural, o por decirlo de otra manera, por impulso de su propia naturaleza a la que no puede rechazar, la que le obliga a devenir de tal o cual manera. Deleuze invita a percatarse de los fantasmas de los significantes que nos obligan a posicionarnos, a triangular cada suceso, a dejar bien establecida cada categoría; invita al lector a reescribirse, a abandonar la redundancia de las posiciones centrales, a convertirnos en lineas de fuga valientemente a pesar de la aletoriedad que implica. El verdadero creador parte de cero y se recrea en las partes medias como explica en este mismo libro. Quiero ver cómo es posible enlazar esta cuestión con las propuestas de Althusser sobre la aletoriedad que publiqué anteriormente ya que creo que se puede ir abriendo camino en esta dirección y ambas teorías se complementan según interpreto.

No quiero seguir escribiendo sobre este texto más, con el fin de que disfrutéis de encontrar vuestras propias referencias en él. Ojalá a alguno le encienda alguna luz vital ya que si la filosofía es algo, sin duda desde sus comienzos, fue una pretensión vital de acompañar al individuo frente a lo que le rodeaba. Feliz texto.