Si de algo nos ha servido el método fenomenólogico es precisamente su cualidad de ser método antes que pretender establecer las bases de una filosofía completa. Creo que desde que lo descubrí he sentido poseer una herramienta de avance que me facilita mucho la tarea de reflexionar sobre todo en circunstancias difíciles como suele ser el afrontar un problema que exterior (o socialmente en este caso) no se muestra con total claridad y además al mismo tiempo estar dentro del propio problema a abordar. Es en ese momento cuando uno decide coger distancia y plantarse como un observador externo, realizar esa especie de epokjé o suspensión sobre lo observado de manera que te permita ver no solamente lo que se te presenta como tal sino lo que se intuye desde otras perspectivas. En definitiva, es en ese instante cuando se abre el dialogo con el objeto cuyas conclusiones nos permiten efectuar una reducción de datos para dirigir ahora la mirada hacia ese mismo objeto o problema del que ahora valoramos muchas más otras cuestiones de las que en un primer momento no hubiésemos tenido en cuenta. Su resultado tampoco será una verdad definitiva aunque nos pondría en el utópico camino de serlo dado su carácter de extrañamiento, de ser siempre apertura (dasein) (lo cierto es que dudo que una verdad definitiva sea posible y de serlo entonces nuestra existencia con su dialogo definitivo y cerrado creo que sería enormemente aburrida).
Esta introducción no gratuita quiere ser también accesoria a la hora de abordar el problema sobre el hecho social y político actual. Confieso que detesto la política desde el momento que pienso que su esencia, más allá de la organización social o del Estado, trata sobre juzgar la vida del Otro, es decir, si mi propuesta de “organizar la mejor vida” es mejor que la propuesta de “organizar la mejor vida” que propone el Otro, hecho que provoca tanta discrepancia y debate. Esto por ejemplo te lleva por derroteros sobre si es mejor ceñirse a lo Justo para todos o quizás al Bien para todos, da lo mismo Rawls o Platón. Supongo que ésta, mi conclusión, se debe a mi propia vivencia y reflexionando 'desde dentro' del problema, que no es sino el día a día dentro del momento que estoy viviendo. Pero cada uno de vosotros tendréis vuestras opiniones al respecto.
Lo peor de todo es que rara vez se contempla la realidad tal cual. El hecho de salir de la caverna es una utopía dado que nuestra propia mirada ya lleva su propio lastre del que cuando consigues desembarazarte en parte, al menos del que uno es capaz de percibir, te encuentras con que sigues esclavo de una nueva imaginería de la que ni siquiera eras consciente. Esta se rellena no solamente con la carga de la tradición y del lenguaje, sino también con símbolos sutiles, de simulacro, de metáfora, de publicidad vital. Una vez más estamos siendo reorientados, reconducidos, el Sistema ante el peligro que pueda ocasionar la persona libre necesita mantener el status de poder ante los resortes críticos de las nuevas conciencias que se quedan en un primer estado inicial sin llegar a profundizar. ¿Realmente qué somos? o mejor, ¿qué queremos ser?. ¿Te construyes dentro de ti a favor de algún imaginario? ¿Te sientes más cercano a algunas 'maneras' que a otras? Pensando que todo en ti es ‘natural’, que todo realmente forma parte de lo que ‘eres’ ¿cuánto de ti realmente tienes y cuánto de ti es realmente producto de tus compras en el mercado de la imagen? ¿cuánto tienes de estético? ¿te conformas con tu elaboración estética de ti mismo?. Complicado.
Ser consciente de esto al menos garantiza algo de libertad y creo que nos coloca en posición más adecuada para llevar a cabo una crítica en las circunstancias que os explicaba arriba y no solamente eso sino que nos puede resultar útil en otras cuestiones de nuestro propio recorrido vital.
Bien, los movimientos de crítica actual podrían no ser lo que parecían en un primer momento, quizás nos acercaron a ciertas 'maneras' y nos sentimos muy cercanos a ellas en nuestro 'imaginario personal' y sinceramente creo que han levantado actitudes, han removido conciencias y han conseguido en parte que las personas sean más críticas y conscientes con lo que ocurre. Ese es su mérito. Sin duda puede ser un comienzo del diálogo. No es novedoso saber qué nos está pasando pero sí que se tomen medidas de reacción, hecho que sucede pocas veces en el transcurso de la historia. Pero no viene mal precaverse ante excesos y soluciones definitivas. El pensamiento libre necesita antes de nada serlo. Por eso os invito a estos textos de la Introducción de la edición de Mercedes Gómez Blesa a Claros de Bosque de María Zambrano (Cátedra 2014) texto que si bien se dirige al régimen del que Zambrano se exilió puede resultar práctico reorientándolo a otra perspectiva, la nuestra actual frente o al lado de lo que está sucediendo. En general esta introducción la encuentro recomendable al tratar de otras cuestiones muy interesantes también pero para el tema que nos ocupa recojo únicamente los textos interesantes escritos por Mercedes Gómez que siguiendo a María Zambrano, dibujan un paisaje similar al actual. El liberalismo nos conduce, dice la autora de la introducción, a dos paradojas, una moral y otra metafísica. Los mismo textos se van explicando:
"La moral humana del liberalismo -nos señala Zambrano- elude al hombre verdadero, a sus problemas efectivos de sentimiento. Elimina al hombre en su verdadera y humilde humanidad, dejando de él una pura forma esquemática". La autora califica a esta moral autónoma formulada por Kant y sustentada en el imperativo categórico, como una 'moral de élite', de la que "quedan al margen todos los conflictos del vivir de cada día, todos los anhelos que mueven en cada hora nuestro corazón y ese último anhelo del destino individual, de la salvación mortal"
...queda de manifiesto que esta doctrina política fomenta, tanto desde el plano económico como desde el plano moral, una división social entre una élite intelectual que, guiada por una ética del deber, centra sus esfuerzos en la consecución de nuevas metas y nuevos logros para la humanidad, y, frente a ella, una gran masa anónima de trabajadores, que constituye la mayoría social, sobre la que recaen las terribles consecuencias de un sistema económico injusto y a la que, además, la élite intelectual deja desamparada en su drama vital al ofrecerle como única vía de salvación una moral excesivamente fría y racionalista que no conecta en nada con sus verdaderos problemas existenciales. En resumidas cuentas, el liberalismo genera una sociedad aristocrática en la que únicamente sale beneficiada una minoría a costa de la degradación y el perjuicio de la mayoría, traicionando, de este modo, los valores democráticos. El balance que de esta frustrante situación nos hace Zambrano queda recogido en esta declaración:
"La libertad seguía siendo -no en teoría, pero sí en la auténtica realidad- don de aristocracias; y sin embargo, ya se llegaba a la disgregación. Los elegidos siguieron su olímpica carrera, abandonando a la masa, que todavía ignoraba su existencia.[...] Y esta es la situación en la que hoy nos encontramos, que es el fondo del inmenso, gravísimo problema social que tenemos planteado, y el origen también de tanto cansancio y desorientación como se observa en los individuos cultivados. En éstos, entumecimiento, cansancio, soledad estéril; en la masa, sed, violencia de palpitaciones que piden cauce".
De otro modo, la defensa exacerbada del individuo frente a la sociedad puede conducir a un anarquismo, en el que el sujeto acabe destruyendo su dimensión social. Esta relación dialéctica entre individuo y sociedad sigue, según Zambrano, el siguiente curso:
Primero, en la Edad Media, sometido a organismos supraindividuales; desde la protesta del renacimiento, reconocido independiente en sus relaciones religiosas; más tarde, con la ética kantiana, autónomo en moral; con la revolución francesa, fuente de derecho, si bien perteneciendo todavía a la colectividad, integrando una comunidad humana.
Pero después, a medida que el individuo cobraba relieve, ya no solo fue independiente, sino árbitro, y no solo árbitro, sino único.
El individuo, por conquistar denodadamente su propio espacio, termina destruyéndose a sí mismo, al no reconocer ninguna instancia supraindividual que garantice sus derechos individuales.
(Esto respecto a la paradoja sobre el liberalismo la economía y la moral. Respecto a la paradoja metafísica sigue):
...la conquista del espacio propiamente humano como fruto del ejercicio denodado de la libertad y de la voluntad humana implica la escisión del hombre del orden natural y sobrenatural, convirtiéndose en un heterodoxo cósmico acosado por su propia soledad; o dicho de otro modo, la afirmación del hombre, llevada a su extremo, conduce justamente su contrario, esto es, a la negación del individuo al destruir su arraigo ontológico.
El liberalismo es la máxima fe en el hombre y, por lo tanto, la mínima en todo lo demás. Llevó al hombre a creer en sí mismo y lo llenó de dudas acerca de todo lo que no era él.
Le inspiró la máxima confianza en sus fuerzas y lo dejó navegando solo y sin guía en su pobre cáscara de nuez. Le dio a luz, y le separó de la placenta en que se asentaba en el universo. Rompió su unidad, su solidaridad cósmica y vital, que sólo el instinto o el amor proporciona.
(Y ahora una de las definiciones de fascismo que más me han gustado y que recoge aspectos que no siempre se mencionan según yo creo):
“El fascismo pretende ser un comienzo, pero en realidad no es sino la desesperación impotente de hallar salida a una situación insostenible”
Toca así situarse en el momento actual y revivir estos textos para recoger lo que de similar y de útil tienen con nosotros. Lejos de encontrar las respuestas fáciles tan de moda hoy sería interesante detenernos honestamente a reflexionar: ¿dónde identificamos actualmente lo liberal? ¿hasta qué punto defendemos al individuo y su libertad? ¿hasta dónde somos parte de ese liberalismo? ¿conocemos realmente cómo debería ser el Hombre? ¿cuál es la consecuencia de la libertad sin obstáculos? ¿cuál es la esencia de la crítica? ¿es la solución aparente la más eficaz? ¿dónde aplicar los cambios para que realmente sean eficaces?