miércoles, 29 de junio de 2011

Mi movimiento 15 M

Mucho hay que decir sobre esto, seguramente hasta completar un libro. Veo un gran revuelo
con esta acción social a pesar de que últimamente suenan cada vez menos: no me extraña, les silenciaron gracias a la respuesta violenta de Cataluña (como todo el mundo dice, siempre injustificada) que más que violenta yo diría vejatoria y que comprendo fue respuesta a tanto porrazo aleatorio de unas semanas antes cuando la autoridad quiso 'limpiar la zona' en un arrebato de prioridades para que el partido de fútbol no sufriese de riesgos 'innecesarios' y la clase algo acomodada no se viese afectada por esta gente comprometida en sus planteamientos más allá de una charla de bar o de la fiestecita de amigos de fin de semana (que es lo políticamente admitido por la mayoría). Pues sí señores, llega el lunes y no todo el mundo se olvida de estas cosas, ya lo ven. Lo cierto es que el compromiso de estos molesta a muchos. Pero muchos tampoco se decantan y son mayoría en este país. Cuestión de conciencias.

Reviso el texto de Hessel sobre la indignación y acerca del film que no he conseguido ver
completo de Gilles Peret “Walter, retour en résistance”, y veo mucho de lo ya escrito por
Adorno, Habermas y resto de la escuela de Frankfurt acerca de la barbarie nazi y la sociedad tras el holocausto así como el dilema moral y la posibilidad de una nueva ética. No creo que surja nada nuevo salvo que se retome todo esto, se aderece con pensamientos marxistas y se oriente sobre estas nuevas circunstancias. Y no es que no haga falta. De esto hablaba hasta Nietzsche acerca de la transmutación de los valores apuntando a una nueva sociedad. Como bien dice Sampedro, se han cambiado los valores por los intereses; por lo útil como mercancía, lo valioso para el mercado. Sí que es cierto que como explica Michel Onfray en su tratado de insumisión (Filosofía rebelde) el sometimiento de los campos de concentración es similar al sometimiento diario que padece el ser humano cotidiano, cuestión de perspectivas y analogías...

De todo lo expuesto estos días me quedo con la necesidad de cambio. Cambio que irremediablemente tendrá que suceder, aunque no olvidemos que las clases dominantes que manejan el poder salvaguardarán sus posiciones. De nuevo nos colocarán otra zanahoria que muchos intentarán conseguir. Mejor dicho la conseguirán, porque si en el pasado era impensable un proletario con ciertas comodidades, ahora el proletario puede aspirar a conseguir tener lo que hasta hace poco era privilegio de unos pocos. Pensémoslo bien; creo que no hay que desapegarse en exceso del pasado que es buen guía y buen consejero. No podemos simplemente alegar necesidad de un nuevo sistema político y olvidar que el económico es ajeno a todo esto. Se instauró el mejor sistema político posible bajo el inevitable control capitalista. O por lo pronto el menos malo. Esto es una tónica ya desde la búsqueda del mejor sistema político desde Aristóteles.Yo creo que la democracia actual, lo apreciemos o no, es la democracia real que tanto ansía esta nueva minoría que la reclama en la calle.  Por eso se invita a la participación, sea efectiva o no. Quizás no nos sentimos representados como pueblo, esto no es nuevo pero ahora resuena más que antes. Y me alegro de que a la gente le surja esta conciencia político-social y lo ratifique en la calle. Es lo más humano y quizás lo único que se pueda hacer. ¿Dónde estábamos hace unas décadas cuando todo esto comenzaba? Podremos modificar cuestiones y aliviar ciertos aspectos. Pero este es el formato y la estructura política. Nos guste o no, no podemos olvidar que el simple hecho de nacer en un territorio como España nos obliga al sometimiento a la voluntad general del resto. Esto es sociedad y democracia. Esto ya lo explicaba Rosseau. O sino te conviertes en un antisistema y tu lugar entonces es utópico (u topos = sin lugar): reflexionemos hasta dónde llegaríamos. ¿Qué modelo es mejor?
La democracia ateniense recordemos que estaba construida gracias a una clase sometida que permitía al ciudadano ateniense acudir a las asambleas a debatir las cuestiones civiles, algo hoy imposible. Ellos compraban su tiempo con esclavos ocupados de la tarea diaria. Desde que vivimos en democracia eliminas el esclavismo a favor de la libertad; tu sometimiento compra la libertad de todos.
Y por cierto, se paga a una minoría para que acuda a debatir estas cuestiones mientras uno como tú o yo trabaja y se olvida de sí mismo y de verse en la obligación de informarse sobre cuestiones nacionales e internacionales y acudir de manera regular e inexorable a debatirlos. ¿Cuánto ocio te queda entonces? Esto es lo mejor que hemos sabido hacer. Al menos hasta ahora. Pero si lo piensas, quizás la clave del cambio comience en alcanzar algo que el sistema no pueda arrebatarte. Algo tuyo y esencialmente humano.

Creo que padecemos de individualismo ciego. Educados bajo el capitalismo y el productivismo, todo nos resulta ajeno. Desde lo más comprensible como la empresa, los bancos, hasta lo que debería ser de confianza como nuestros políticos, incluso la familia. Ajenos a todo lo que nos obliga de algún modo o de algún modo nos ha decepcionado. No nos identificamos con nada ni con nadie que suponga responsabilidad y obligación incluso aunque redunde en mejora nuestra. Es el modelo que el capitalismo nos impone y que nos obliga a olvidar lo humano y los tiempos moderados de la vida. Y caemos en cuanto nos ponen la posibilidad de conseguir cosas, casas, coches, viajes, todo estas cosas que saben que tanto nos gustan. Poco estoicismo veo hoy, pero ¿quién no intenta saciar y acallar al alma estresada y saturada de tanta rutina?
El griego se veía como parte perteneciente de la cuidadela. Era su modo de vivir, la comunidad de la polis. El romano (al menos al principio) estaba dispuesto en cualquier momento a abandonar el arado y morir por la grandeza de Roma. Hoy ¿con qué nos identificamos? ¿con el que nos dice lo que queremos oir?¿con el que mejor nos paga? ¿con la imagen que mejor nos cae? Es fácil debatir sobre la guerra desde la seguridad del sofá. Seguridad que proporciona el estamento con el que tan poco nos identificamos. Es cierto que cualquier criterio comenzará con la visión del individuo particular pero estamos olvidando que vivimos con más individuos que también tienen sus propios criterios. Toda imagen está mediatizada y controlada para ser digerible y redirigir a la masa. Quizás lo que les interese es que sea demasiado compleja para entenderla y asimilarla. La idea es que el pueblo no piense. O que lo haga de manera simple, cuando decimos 'es lo que hay'.
Nos hemos acostumbrado a sentir como que sólo tenemos derechos, a reclamar al Estado, a la empresa, a la comunidad de vecinos, a los padres... Todo es como un ente separado de mí y de mis intereses. El síndrome es que todo se realice por sí solo y centrarnos en nuestra individualidad, crecer en importancia individualmente. Recordemos que incomprensiblemente para nosotros hay una minoría contenta con el estado de cosas en muchas gradaciones. No caigamos en la ideología del sistema cerrado ni olvidemos que los totalitarismos comienzan con grandes ideas y buenas intenciones.
La pregunta realmente no es ¿cuándo o si llegará la democracia real? sino ¿qué estoy yo dispuesto a hacer por la comunidad, en definitiva por la democracia real? Apelo al cambio de actitud, al crecimiento personal en pos del general y del propio individuo. A la recuperación ética a favor del resto. A no dejar caer todo en meras palabras vacías. Es el hombre el que necesita el cambio y luego si es posible el sistema de cosas. El Sistema no podemos sentirlo como ajeno y vivo por sí mismo. Lo construimos nosotros. Padecemos de falta de diálogo y más aún de imaginación posiblemente por falta de ejercicio de pensamiento crítico. Pero pensamiento del que construye, no que solamente destruye todo lo que está a su paso y le molesta. No pretendo resultar dogmático, solo sugerente. No defiendo la inmovilidad sino la coherencia, el cambio desde dentro, sin partir de cero. Aprovechar lo bien hecho, que lo hay. Lo bueno es que siempre podemos abandonar el Estado y marcharnos a alguna isla perdida a ser asocial y feliz, ¿pero quién lo hace?. No; es que queremos vivir con lo bueno de la sociedad realizada pero que lo hagan otros y lo hagan bien. Que me garanticen lo mínimo que yo deseo pero que es ya de entrada mucho más que lo que desearía básicamente un habitante africano, rumano, etc , ¿griego? en su país de procedencia. Curioso que la democracia se origine en el país al que ahora sus vecinos manifiestan como la ruina europea y que nadie desea avalar.  Al menos un respeto a la deuda... intelectual. En esto de la igualdad para todo el planeta mejor ni nos lo planteamos.
No disculpo a un sinvergüenza pero la gestión hay que hacerla y concretarla. Y claro, no admitimos errores. Si los hubo en el pasado ¿no los sufrieron otras personas también? No es conformismo lo que deseo transmitir sino un poco de memoria. Se nos olvida que cada época es nueva con sus propias circunstancias y defectos. Nos toca lidiar aspectos diferentes en cada momento.

Pensar que una manifestación va a cambiarlo todo es ingenuo. Pero el saber que podemos conseguir un sentir común al respecto, y movilizarse en pos de luchar para que se nos oiga, de que aún hay minorías críticas y dispuestas a cuestionar la manera de que se nos gobierne me parece loable. Quizás se pueda escuchar directamente al pueblo en el parlamento sin mediación de políticos pero ¿no se convertirá esto en lo mismo que ya tenemos? ¿recordaremos todo este movimiento dentro de cinco años o es sólo un producto actual del resentimiento colectivo? ¿Se habrá convertido el movimiento 15 M en la tercera opción política pero ésta pura y sin mancha?
Los gobernantes recomiendan el voto. Claro, se aseguran su puesto mientras continúe el bipartidismo. De haber clara oposición de varios partidos, de existir múltiples opciones, saludables por cierto, con posibilidades reales, hablaríamos de otra cosa.
Decía una manifestante que este movimiento y las manifestaciones quizás sean lo único que podamos hacer. Yo creo que lo único que quizás podamos exigir de manera realista a lo que nos gobiernan es honestidad. Y por lo visto, esto ya es pedir mucho.

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