El profesor de
filosofía y Cultura Visual de Goldsmiths College de Londres,
Alexander García comienza su exposición sobre el juicio del arte
relacionando juicio estético y el surgimiento de lo nuevo haciendo
mención de la opinión de Deleuze acerca de que que todo juicio estético
tiene un efecto preventivo, es decir, debe impedir, según explica,
que aparezca algo nuevo, que
se desarrolle una nueva forma de ser. “Si resulta tan
repugnante juzgar, no es porque todo sea equivalente, sino por el
contrario porque todo lo que vale solo puede hacerse y distinguirse
desafiando el juicio” [1]
El
que se dedique a juzgar debe transformarse en una suerte de
sacerdote, dice, ya que todo juicio trunca lo nuevo y asfixia la
vida, aunque solo esta clase de juicio reflexivo o estético en
contraste al cognitivo del entendimiento es capaz de manifestarse liberando lo vivo en el placer producido por el libre juego de las
facultades, manteniendo Deleuze, que se trata del único tipo de juicio
verdadero. Analiza Deleuze la relación entre movimiento, tiempo e
imagen argumentando sobre el juicio reflexivo kantiano. En su versión
sobre la experiencia del tiempo intenta captar desde el concepto de lo
sublime (y no desde el de belleza) la 'intensidad' del instante donde
el tiempo sufre ruptura o dislocación y donde el orden temporal
desaparece: el futuro se transforma en algo inminente mientras que el
pasado se transforma en algo inmemorial. La intensidad que describe
Deleuze se trata de una intensidad del instante como una
intensidad vivida, de manera que contra su opinión podemos decir que no todos los juicios van contra la 'vitalidad' ni todos impiden la
aparición de lo nuevo, caso que ocurre en el juicio estético. Como
'sentimiento de vida' el juicio estético es la expresión
de una intensidad sentida, una expresión que no refleja simplemente
el sentimiento de un individuo, sino más bien el sentimiento de un
individuo en cuanto el sentimiento de todos, es decir, como el
'sentimiento de vida' mismo. “Esto es bello” significa “me
siento lleno de vida” (sentimiento
de índole no biológica según explica Jan Völker matizando)
pero también “me siento a mí mismo y así es como se siente la
vida”. De hecho este mismo
sentimiento espera ser expansivo ya que como explica Alexander, cada
vez que uno siente un 'así-es' en relación a alguna obra de arte,
se siente la necesidad de compartir con otros esta
intensidad sentida de manera que
mi juicio ya no es un juicio privado, sino que una voz habla desde mi
propia voz ahora compartida como voz universal. Así como subraya
Stanley Cavell el problema sobre el juicio estético en la crítica
del arte es cómo compatibilizar esta subjetividad en la
universalidad de lo propuesto sin suprimirla. Se trata de una
'universalidad subjetiva' que exige que el juicio estético
no busca una y otra vez la objetividad en el arte, pues la
expectativa de que los otros estén de acuerdo se impone
inmediatamente de manera que
solamente cuando no existe acuerdo es cuando esta expectativa 'es
puesta a prueba'. Entonces es cuando la subjetividad reclama la mayor
atención en el asunto sea como 'interrogante o como problema' siendo
transformada la actividad del crítico en una tarea o logro. Más
que dar con algo en la obra, es como si mi juicio expresase
más bien el hecho de que la obra de arte ha dado con algo,
dice el autor, un algo no abarcable bajo un concepto o forma de
conocimiento pero que la obra está señalando. Es así como la obra
mantiene en libertad al pensamiento alejándolo de todo dogmatismo,
diferenciando saber y arte, conocimiento e intensidad tanto en la
creación como en la producción, cercano a un sentimiento espiritual
de vida, dice Béatrice Longuenesse, expresión de la vivificación
espiritual del que juzga.
¿Qué
condiciones deben darse para que el juicio estético pueda ser la
expresión subjetivamente universal de una intensidad sentida
espiritualmente?
La experiencia a la que
nos entregamos en la contemplación según Heidegger es una
experiencia que nos 'demora', que nos absorbe, de modo que es ella
misma la que nos demora lo cual
también nos conduce a otra perspectiva donde esta misma demora nos lleva al anquilosamiento, al entumecimiento de una regularidad que
petrifica. Por eso es precisamente por lo que se hace necesaria la
novedad, algo nuevo que obligue a que la intensidad no decaiga y que
se manifieste en la creación de una nueva obra, rompedora, que
provoque un nuevo pensamiento y donde el juicio estético no tiene
ningún efecto limitador. De este modo el juicio estético no fija
ni determina nada sino que libera y descubre, no es un
juicio que separa el arte bueno del arte malo sino la expresión de
una intensidad que debe ser encauzada en el desarrollo de un
argumento crítico. En cierta medida el juicio estético es este
desarrollo mismo, dado que conlleva de por sí la expectativa de un
asentir universal.
Explica
entonces Alexander que de hecho el arte malo rehuye el juicio
estético, y por tanto no es arte. Aunque una obra de arte
perfectamente lograda y buena también puede ser llevada a su
límite fronterizo donde el espectador se encuentre entumecido de
'excesivo funcionamiento de su propio juicio estético'. De este modo el
juicio estético se enfrenta siempre al logro de un fracaso: en
el arte el fracaso es inmanente al logro y al mismo tiempo lo
amenaza. Por esto es por lo que
no existe seguridad a la hora de localizar el arte y la obra de arte,
la cual en el presente puede dar mucho y al mismo tiempo poco que
pensar, dice, y posea un índice temporal y al pasar el
tiempo muestre un aspecto previamente desconocido, permitiendo así
al sujeto que la juzga de manera estética relacionarse con ella y
participar en su acontecer.
¿Qué
ocurre con la vitalidad y la novedad en la creación del arte?
Recurre a la teoría sobre el genio de la Crítica del Juicio donde
como explica Rancière se separan las razones del arte de las razones
de la belleza para así otorgar al arte una autonomía como mundo
propio. Sin embargo sería Hölderlin el que use el concepto de
'sentimiento de vida' en referencia a la vitalidad y la novedad en la
creación: lo nuevo aparece en la libre imitación artística, dice,
en la transición del ser al no-ser y del no-ser al ser en una
especie de estado de sueño o como dice Heidegger el sueño
trae la plenitud todavía no conseguida de lo posible y preserva el
recuerdo idealizado de lo real. Al
hablar Hölderlin de 'libre imitación artística' se refiere a que
el artista recibe las reglas de su arte de la naturaleza y por tanto
no de manera arbitraria ni convencional, explica, y será la
propia práctica artística, con sus ajustes y correcciones la que
desarrolle su facultad de juicio o como dice Clement Greenberg, el
artista es un renovador reacio. En pleno sentimiento de vida, en el
creador se manifiesta lo nuevo sin que desaparezca lo viejo, de
manera que en la confrontación pueda producirse el 'sueño del arte'
en el artista, y es claro que lo nuevo es lo que puede hacer que
exista una sensación de lo viejo y es en este enfrentamiento donde
se produce lo posible, explica Hölderlin, efectuando tanto la
sensación de la disolución como el recuerdo de lo disuelto. En el
'momento' del acto creador donde perecer y surgir se juntan, es en este momento
vital donde se da mucho más que eso: el 'sentimiento de vida total'
ante la producción de lo nuevo. Resumiendo, dice Alexander, el
acto creador tiene siempre una relación con lo que no es creador, e
incluso con lo estéril y lo infecundo, con los momentos anteriores y
posteriores a la creación, y por lo tanto con la muerte, el
debilitamiento y la violencia aniquilante... Por esta razón se debe
considerar el 'acto creador' como un juicio estético, como la
expresión de un sentimiento de vida que como en Kant se abre y
proclama una exigencia: no lo hace a través de la expectativa de que
los demás estén de acuerdo, sino a través de la expectativa de
que se cree algo y de que la obra de arte, lo nuevo, lo otro, se
convierta en un 'individual nuevo'. Quien contempla una obra de arte
y siente la intensidad que el juicio estético expresa, la vitalidad
del 'sentimiento de vida', participa de un 'acto creador' sin el cual
la obra no existiría. Estos
juicios sobre el arte, en el arte y sobre el propio juicio son juicios
estéticos, como bien determinaban Kant y Hölderlin y tratan sobre
la expectativa de adhesión y de creación. Desde Kant el juicio
estético es un juicio impuro, intencionalmente orientado al fin del
arte, a su propia conciencia de arte. Asimismo sucede con el juicio
del acto creador. Como ejemplo explica que al decir 'esto es bello'
no significa "me siento lleno de vida" y además espero que los demás me
apoyen sino que expresa una intensificación del
sentimiento en ocasión del anuncio de lo 'infinito nuevo'
y que significa más bien: "me siento lleno de vida y espero
que se produzca algo nuevo a lo que me comprometo".
¿Qué ocurre ahora con el juicio en el arte producido, en la obra de
arte que ya existe, en la obra creada? Siguiendo a Adorno, se
cuestiona el compromiso de la obra, es decir, sobre el contenido de
mensaje en la obra, perspectiva que nos lleva a interrogarnos sobre la relación
entre arte y política.
A
continuación Alexander García pasa a analizar el cortometraje
Joachim Gatti de
Jean-Marie Straub que muestra al joven herido en una manifestación
de Montrueil en el 2009 en un fotograma plano, Straub explica siguiendo el texto de lo siguiente: Jean-Jacques Rousseau escribió... y lee este pasaje del 'Discurso
sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres' 'No hay otra cosa que los peligros de la sociedad entera
capaz de turbar el sueño tranquilo del filósofo y arrancarlo de su
lecho” Straub añade: Y
yo Straub, os digo que es la policía armada por el capital, es ella
la que mata.
Joachim Gatti de Jean-Marie Straub |
De este modo la
imagen se completa junto con los dos textos leídos que de este modo generan tensión. De todo esto se saca la conclusión de que el espectador no
debe tener que preguntarse sobre qué es el capital o la burguesía y además cómo
arma a la policía. No se trata de propaganda marxista. Solamente
debería transmitirle el mensaje, hacer patente lo dicho, explica
Alexander. Sin embargo el espectador plenamente influido y
solidarizado con Joachim Gatti bajo la máquina militante de Straub
sale a la calle indignado y reactivo, más aún si no desea ser un
burgués o un traidor a su clase. Y esta es la plusvalía del arte,
el hecho de que Straub conciba esta pequeña máquina militante
expresada en un corto, diseñado para cumplir un fin extra-artístico
uniendo arte y praxis social. Sin embargo, y como film concebido y
comprendido como 'de artista' es también afuncional. El espectador
es consciente de que se encuentra ante una obra artística y se
relaciona con ella como si fuera 'naturaleza' al sentir placer ante una
exhibición que no cumple función alguna. Así se da esta doble
vertiente funcional-afuncional que se desmontan la una a la otra,
como forma política y como obra de arte.
No hay
pues juicio en el arte, en la obra creada, termina
diciendo el ponente, que pueda franquear totalmente el
abismo que se abre entre el arte y su exterior, la sociedad.
[1] Gilles Deleuze, 'Para acabar de una vez con el juicio', Cŕitica y clínica. Anagrama. 1996.
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