sábado, 29 de diciembre de 2012

Mi pequeño espacio dialógico



...o el lugar de la visibilidad. Desde hace tiempo me impliqué en esto de las redes sociales probando varios sistemas, no todos, donde poder probar la sociabilidad en red más allá de los primeros pasos a través de chats o irc allá por los noventa y tantos dejando atrás módem y máquinas inexplicablemente eficientes, lo cual me sugiere la capacidad de adaptación del ser humano dentro del medio en el que actúa. Supongo que finalmente uno termina decantándose por un espacio y abandonando otros, en mi caso, por escuetos, por entorno, por edad o interés. Lo que es genérico es el tipo de espacio que uno puede crear. No se trata de nada ‘media’ o formal sino del espacio espiritual que uno construye sea mediante imágenes, palabras, música o todos juntos. Hablamos de un espacio o lugar existencial.  Desde la supuesta libertad, estas redes parecen presentar lugares donde la comunicación de libre expresión es el aspecto que todo usuario parece esperar. Uno se deja 'ver' o se presta a la visibilidad aparente de lo que desea que se vea, que aunque lo exprese matizado no deja de ser similar a lo mismo que sucede en la presencia habitual ordinaria. Uno se acerca a 'su espacio', que realmente es su ser o lo que se permite ser, y define parcelas de su expresión, modos de ser, intuición, moral, mitología, etc. Podría decirse un ser humano casi completo, obviando la parte biológica. Nos estamos creando como seres-mente, criaturas supercerebrales que abandonan continuamente habilidades cada vez más en desuso. Como decía el ser que se construye en estos espacios adquiere su carácter esencial precisamente ante lo ajeno. Uno se funde en la red con el resto de usuarios que se configuran como un ente abstracto para el que se piensa, se construye y se escribe. Entidad que ya posee vida propia, que mantiene actividad por sí misma y por tanto configura un mundo en sí. Uno sabe mayormente qué esperar de otro ser humano, lo novedoso es enfrentarse/avenirse a este tipo de entidades. Nos acostumbramos a generar un espacio neutro, uno más entre otros, ni más ni menos importante; a pensar para nosotros pero referir para esta entidad abstracta de la que desconocemos su reacción y su comprensión. No se emite de sujeto a sujeto. Si el lenguaje ya espera un sentido que descubrir, la comunicación web mantiene aún otro grado más alejado respecto al emisor o sujeto real, al pasar previamente por el filtro configurador del ente-web hasta conseguir llegar al receptor.
Aunque renuncio a una visión paralela de esta representación del ser respecto a la representación del ser ordinario, lo cierto es que lo social cotidiano permite la presentación, el exponerse al otro y aunque queramos ofertarlo mediante analogías de sociedad y relaciones interpersonales,  creo que ésta es la diferencia primordial en el espacio-web donde uno no se presenta ni se expone, simplemente se ‘propone’ para que el ente abstracto lo fusione con el resto en una especie de unidad telemática. El pensamiento-sujeto se relaciona con otros pensamientos-sujetos. Se comparten intuiciones, se aprenden los nuevos juegos, las nuevas gramáticas. Los individuos quizás lleguen después. Esta es la grandeza pero también la decadencia.
Así cuando el espacio es público, lo es desde donde el que escribe lo hace con y desde la mente de lo Otro, del que recibirá lo escrito. Se espera influir y también ser influido. Otro rasgo a tener en cuenta es que está permitido en cierto modo flexionar el tiempo, romper parte de la lógica, paralizar el discurrir. Se detiene el tiempo biográfico de la actividad propia del ser edificado. Mi espacio dialógico, por su carácter comunicativo, mantiene su propio estatuto sobre el tiempo.

El ser se construye, el espacio crece y también crece la persona-web ajena incluso al ser del que escribe. Uno nunca da ni expresa su totalidad. El espacio se configura como un ente con vida propia, que ejerce su actividad desde su pasividad. No es ‘todo’ pero se propone como tal y se recibe como tal. También debemos comprender la limitación que nos viene impuesta. No se dispone de libertad tal como la deseamos sino como supuestamente elegimos que debe ser bajo la sombra de un respeto a unos patrones que no son necesariamente los del grupo. El sistema elige la normatividad sobre la que construir ese ser-web mientras éste se mantiene sedado y bajo la presión de no poder ser más expansivo que lo que le es permitido por el sistema (posibilidades de presentación del espacio, software, hardware, banda ancha, etc). Éste no es finalmente lo que desea sino, hasta lo que por el momento, se le permite llegar a ser mientras la tecnología no permita nuevas posibilidades de ser.
Expuesto este caso uno elige en su limitación su mostrarse o hacerse visible, como decía, su proponerse. El sujeto real  puede no contemplar esta visión web-existencial, incluso restar importancia vital a este mundo-web. Qué se desea expresar, cómo se desea crecer, qué pseudovida practicar. La visibilidad política; religiosa; artística; ética. También la imaginación y los lugares utópicos o mitológicos del ser. Expresión de una libertad artificial pero también de una ‘vida’. Aunque visibilidad al fin y al cabo. Una biografía parecer ser una bio-web, un discurrir artificial y paralizado donde de un vistazo se contempla una vida o un mundo ya unificado con el mundo de la entidad configuradora, como una perspectiva o parcialidad de esa totalidad-web a la que el ser-web queda sometido.  Una parcialidad observada y analizada por el resto de pensamientos-sujeto también con sus propios espacios. Por eso el criterio de tu propuesta vital debe ser vitalmente importante, selectivo y ético, donde sólo quepa lo que en las posibilidades de ser, y bajo las limitaciones descritas, se desee ser visible. El ser-web puede ser construido desde parámetros artísticos, lo cual supone crear una vida de arte, en el arte, como arte. Un ser con predominio de calidad; ética y estética se funden; lo utópico y lo cotidiano son complementarios. Según avanzamos se está construyendo esta especie de antropología-web desde donde se autoanaliza internamente, entorno observador y reflexivo de sí mismo, también cuestionado y cuestionable desde la ‘tradicional’ mirada del Hombre que continúa su labor filosófica de tensión-comprensión, de intentar leer el ‘mapa’ como las palabras de este texto mismo.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

En busca de la autoeducación estética. (II)



Si lo que es radicalmente humano al final trata del 'sentido'y de lo simbólico frente (o paralelamente mejor dicho) a lo que nos exponen las ciencias sobre el Hombre, indagar en esta clase de alma creo que se hace ineludible, ya no tanto para configurar una teoría -por otro lado totalmente necesaria para comprendernos- como para continuar viviendo, para seguir siendo.

La modernidad nos dejó un legado inacabado, testigo recogido por un postmodernismo que creo necesario superar y que mantiene disueltos valores y al propio sujeto cada vez más concéntrico. La cuestión es cómo afrontar esta circunstancia. La protesta lleva siéndolo desde las críticas ideológicas posthegelianas. Sin duda la protesta denota la necesidad de cambio, de transformación. Cuando se produce en libertad es popular, sencilla, cercana, cree resolver complejidades. Pero también implica un desplazamiento, una necesidad de retorno, un desear lo mismo; genera un individuo de algún modo escindido y redundante.
La otra vertiente creo más constructiva recae sobre la posibilidad de contribuir al cambio más allá de la mera crítica (últimamente muy patente). Es abstracta, compleja, no está determinada y posiblemente no es determinable. Conlleva acercarse al abismo de lo nuevo y no suele ser popular. En este sentido es vanguardista porque además requiere constante cambio. Mantiene al individuo en movimiento hacia nuevas maneras de ser construyendo sobre su pasado.
Lo que sugiero con esto es que quizás mucho se reduce a provocar un cambio de perspectivas.

La educación de la sensibilidad es posible. A través del entorno, de un entorno bello, creo que es posible 'calentar' esta sensibilidad enfriada en el ser humano y que me aventuraría a decir que posee de manera innata. No se trata de evadirse ni de dar la espalda a lo cotidiano sino más bien de abrirse a nuevas posibilidades de la realidad. De percibir que las nuevas maneras de ver ya no me son extrañas, en definitiva, de que el otro ya no me es ajeno. De este modo creo que el arte crea comunión entre las personas y las mejora.
Por lo pronto hace más agradable la relación social y la enriquece. Tampoco se trata de revestir de 'utilidad' este arte, sino de abrirse a las nuevas miradas que ofrece, a nuevos estados a los que finalmente me someto dejándome hacer por Él y que terminan por conformar mi educación personal. Si acaso no es el arte lo útil para mí sino que soy yo el útil para el arte: esta nueva manera de ver esta relación me la enseña el propio arte, su propio mundo. La obra que me devuelve nuevas perspectivas mucho más allá de una realidad monotemática y cosificada. Creo que es importante detectar qué es lo estético en lo que nos rodea. La belleza está alrededor, en el texto de la realidad y en el del libro literario o poético; en la música que se deja escuchar al pasar delante de una ventana; pero también en la galería de arte o en la web. Incluso en el acto relacional con otros,  en su momento ético. Hablo del componente estético de ser. Visto así realmente el arte está en ti y en tu apertura, en ti mismo y tus posibilidades de ser. Rodear tu entorno y crear de tu vida una obra expansiva, simbólica, llena de sentido, que sea representación pero también tu verdad. Mantener tu estadio humano y mántener la comunidad al mismo tiempo.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Primeros pasos. En busca de la autoeducación estética.

“El sujeto empírico sólo participa de una manera limitada y modificada en la experiencia artística en tanto que tal; esa participación se reduce cuanto más alto es el rango de la obra. Quien disfruta de las obras de arte de una manera concretista es banal; expresiones como ‘un regalo para los oídos’ lo delata. Si se extirpara la última huella de disfrute, causaría desconcierto la pregunta de para qué existen las obras de arte. De hecho, se disfruta de las obras de arte tanto menos cuanto más se entiende de arte”

La obra en sí misma conforma un mundo propio por el que el sujeto se deja afectar. Así es como el individuo se ve reducido ante la obra, una obra que le sobrepasa trascendentalmente y que impone su propia normatividad y direccionalidad, es decir, del individuo hacia ella. Disfrutar del aspecto meramente formal de la obra, en su aspecto material no conduce a la trascendencia. Expresiones como ‘es un regalo para los oídos’ delata el sentimiento, única posibilidad de desciframiento según Wittgenstein, delatan la búsqueda emocional de la obra que termina así cosificada en pos de dicha busca de placer. Este interés provoca la cuestión sobre qué clase de sujeto está detrás en la contemplación y que se deja entrever en la pregunta: ¿para qué sirve entonces el Arte? De igual modo la explicación sobre las obras vistas, éstas desde una perspectiva concretista, también terminan cosificándola y la alejan de la vivencia estética que impone su propio mundo.

“… La persona que tiene esa relación genuina con el arte (habla del artista) en la que ella misma desaparece no ve en el arte un objeto; le resultaría insoportable que le privaran del arte, cuyas manifestaciones no son una fuente de placer para ella. Por supuesto no se ocupa del arte quien (como dicen los burgueses) no le saca algún beneficio, pero esto no es tan verdadero como para hacer un balance: esta tarde he escuchado la Novena Sinfonía; he tenido tanto placer; esta estupidez se ha establecido entretanto como sentido común”. 


El artista sin embargo mantiene una relación de identidad con su obra; el mundo configurado por la obra es el resultado de la representación del que él mismo es transmisor. El mundo de la obra trasciende al propio artista y mantiene incluso cierta distancia respecto a él. La obra por sí misma tiene su propia visión de su hacedor, de este modo, el artista desparece y comprende que su creación, que es creación en sí, no es un mero objeto. Al ser un acto íntimo y necesario la obra se construye como expresión, más allá de la búsqueda de placer, de dolor, el artista expresa y es este acto el que le conduce a su horizonte vital, a su razón de ser. En contraste a esta perspectiva se da la reproducción. El arte debe servir para algo, debe dar placer, es conminado a convertirse en un utensilio que encierra su funcionalidad. Así es degradado al reino de lo útil, de lo culturalmente práctico al servicio del mercado, sino económico, sí al mercado intelectual. Habita de este modo en la cotidianeidad del ‘sentido común’. De lo que se siente en comunidad, una comunidad absorbida por el capitalismo donde todo tiene un precio o donde todo al menos es intercambiable. La comunidad no es algo ajeno, ente abstracto al que nunca pertenezco; se trata de lo que conocemos diariamente; está cercana, al lado, es la de cada día, la que traslada sus hábitos cotidianos a todo con lo que entra en relación y también en este caso al terreno del arte.

“No se admite la humillante diferencia entre el arte y la vida, que ellos quieren vivir y en la que no quieren ser molestados porque de lo contrario no soportarían el asco: ésta es la base subjetiva para la inclusión del arte entre los bienes de consumo mediante los vested interests” 

El valor del arte en el mercado es obvio, ¿qué tiene que ofrecer? vende sensaciones, emociones, mundos imposibles, placer, dolor, artificio; su utilidad pasa por la necesidad del espectador. Su cualidad abstracta le permite intercambiarse por cualquier estado necesario que precise el que la contempla. Así el mundo de la obra, precisamente por ser totalidad desprende la posibilidad de ofrecer cualquier aspecto necesario que demande quien lo observa. Este es su valor de cambio, de ser cambiada, modificada, convertida a hecho reproducido de sí misma en un mundo artificial a la venta. No se vende totalidad sino aspectos de la totalidad dentro de un mercado que precisa realidades paralelas sin ánimo de verdad. Así se superan los estados de repulsión hacia lo cotidiano. Es paradójico que en la búsqueda de una verdad real a causa del modelo artificial al que habitualmente estamos acostumbrados se termine ‘inventando’ otro modelo igual de artificial que el anterior de donde se parte.

Vested interest: es una razón especial para querer que las cosas sucedan de una manera particular, ya que se beneficiarán de esta” Macmillan Dictionary. El arte ahora es algo no contingente sino inmediato y muy posible. Algo cercano y manejable que se pone al servicio de la razón comunitaria y su ‘sentido común’ artificial pero que parte de premisas subjetivas donde se originan las demandas personales. El arte reproducido ahora es objeto de consumo, intercambiable en moneda si es vendible, permutable en funcionalidad emocional.

“En las mercancías culturales se consume su ser-para-otro abstracto pero en verdad no son para los otros; al seguir la voluntad de los otros, les engañan”

La industria cultural oferta productos que pasan por ser bienes de consumo demandables precisamente por que los individuos no los poseen. El ser en sí precisa aspectos para totalizarse que busca en el ser-otro: aquí es donde la obra de arte se ofrece en su direccionalidad como ser-para-otro; su razón de ser habitual es estar ahí, ser presencia y como mundo en totalidad, mostrarse tal cual. Pero su facticidad no es material sino abstracta debido la variedad de perspectivas que puede ofrecer dependiendo del espectador. Si existe como indeterminación, como ser impreciso no es porque sea esa su naturaleza sino porque el contemplador lo requiere para poder dejarse afectar por el mundo de la obra. El problema surge cuando se vulnera ese espacio de totalidad y se establece bajo el ‘sentido común’ una verdad compartida pero que no refleja la totalidad que desprende la obra. Entonces se da el problema de lo que llamo ‘adherencia’; entregar bajo la ley de mi intuición mi propia voluntad a las de los otros como un acto puramente estético. No tener certeza del engaño y seguir la tendencia habitual de igualar criterios incluso a costa de acallar los del propio sujeto. Así se produce la vivencia del arte de reproducción en contraste con la vivencia de la Obra de Arte. El arte reproductivo sólo puede ofrecer estados tan artificiales como su propia naturaleza y así provocar vivencias tan cosificadas como las de la voluntad general, según dice, la voluntad de los otros.

Al mismo tiempo se presenta una obra de arte sin atributos ni cualidades particulares. Puede ser lo que el espectador desee. Lo que proyecte sobre ella, de manera que la obra también pierde su direccionalidad y se convierte en el mundo del que la contempla dejando de ser ella misma:

"La obra de arte queda descualificada al ser presentada como tábula rasa de las proyecciones subjetivas. Los polos de su desartifización son que la obra de arte se convierte en una cosa más y en un vehículo de la psicología del contemplador. Lo que las obras de arte cosificadas ya no dicen lo sustituye el contemplador mediante el eco estandarizado de sí mismo que él percibe en ellas. La industria cultural pone este mecanismo en movimiento y lo explota. Hace aparecer como cercano a los seres humanos, como perteneciente a ellos, a aquello de lo que habían sido privados y de lo que al ser restituido disponen de manera heterónoma" '
Teoría Estética' Th. W. Adorno

martes, 2 de octubre de 2012

La utopía hacia el destino del Hombre como sugerencia de la obra de Marta Sánchez Luengo


Pues ahora hablaremos de otras utopías, de las poéticas y necesarias, de las positivas que ofrecen la posibilidad de construir, al menos así las entiendo. En las últimas conversaciones sobre arte que tuve con el pintor José Antonio López, siempre terminamos dejando abierto el criterio del Arte, al tratar sobre las propuestas tanto abstractas como figurativas actuales. Pienso que precisamente en esta apertura del Arte y del artista reside su plenitud, si es que de algún modo es justificable hablar de trayectoria y cumplimiento. Lo que sí que dejamos más acordado es la necesidad de artesanado, del oficio, de la herramienta personal como medio de expresión que formaliza un estado final. Hablamos de la profesión, del saber hacer y de la técnica que permite al artista realizar un poder ser la obra final, y que puede, y creemos debe, si acaso, realizar una trayectoria inversa desde el oficio al incumplimiento de la norma si es lo que requiere la expresión. Se trata de desandar el camino para empujar los límites, para ver los senderos, callejones y obstáculos que salen a mitad del itinerario y que quizás pasaron desapercibidos o fueron conscientemente ignorados. No entro en juicios valorativos sobre si lo materializado es parte de lo hallado en el camino, si es cambiar la perspectiva de lo hallado o si a base de pico y pala transformo ese mismo hallazgo e incluso el camino mismo. No sé si el artesano es poco moderno (postmoderno), si se aburre ahogado de academicismo, si ha olvidado o es que su interior yace repleto de experiencias incomunicables. Lo que sí que puedo decir desde mi interpretación personal, y quizás alguien todavía me siga, es que hecho en falta obras accesibles y comunicantes. Si el experimento pretende ser esto por parte del artista: una propuesta o un ejercício público, perfecto e incluso disfrutable; pero la transmisión, y creo que con ello la obra de arte se torna como tal, debe conmover al público, y más aún crecer en el espectador y esto no sucede tantas veces. A mi me ocurría, por ejemplo, con el álbum Akixi de Jordi Gaspar, aunque no significa que le suceda a todo el que lo escucha pero sí que es buena referencia la manera para acercarse a una obra y descubrir que paulatinamente se va convirtiendo en Arte al completarse en la recepción del espectador. Creo que en esto me ciño a la básico y no expongo nada nuevo.



Sin embargo de vez en cuando surge alguna grata sorpresa que sin grandes pretensiones consigue conectar arte y espectador o si se prefiere, sueño y realidad. Una de ellas ha sido dar con la obra de Marta Sánchez Luengo y lo que según mi interpretación se traduce como la utopía hacia el destino del Hombre, sin duda, el gran protagonista de su escultura. No se trata solamente de un hombre escindido o desestructurado, quizás solitario o enrejado, sino de un ser humano “de a pie”, es decir, cualquiera de nosotros, en pleno flujo heracliteano si se prefiere e intelectualmente curioso e interrogante. El hombre de cada día con sus temores y pasiones. Sus esculturas hablan de trayecto, de rumbo, de la confluencia con otros seres humanos y del encuentro, de la metáfora del cambio y del intercambio –algunas veces con el espectador mismo- pero también de introspección y de los tiempos lentos de la vida. Si por un lado nos muestra al Hombre encapsulado o compartimentado en su vivencia, al mismo tiempo de manera positiva también en su intención de apertura, de ser proyecto y posibilidad de ser; de la necesidad de desgarrar una soledad inevitable, creadora y consciente de otros seres como él (quizás también en su misma búsqueda) y que Marta plasma en formas llenas de sugerencia e interpretación: paz, sosiego, soledad, deseo, tristeza y felicidad, cotidianeidad y también huída. De algún modo su obra te acerca a esa orilla donde pocas veces es posible amarrar en mitad de este mundo actual. Y no es que no haga falta cierto regreso a los lugares internos, calmados y reflexivos; necesidad de un momento donde la tecnología y el egoísmo agresivo de un individuo heredero de lo Romántico, desbocado hasta su extremo, olvida la otra parte humana que no es mercado, soma o violencia. Parece olvidado que el Hombre trae una Historia a sus espaldas y con ella todos sus conceptos y valores. De hecho si hay limpieza por el Arte es precisamente por acercarnos terapéuticamente a todo eso, más en el momento adecuado, y esto del algún modo revoluciona, es decir, también es vanguardia.


En la personalidad de sus figuras no yace un mero estudio morfológico sino que se entrevé una antropometría intelectual y espiritual del Hombre, que busca su realización también en la unión en común con lo que básicamente nos hace humanos. Encuentro la justificación de otros elementos no antropomórficos de la obra: se hace difícil entender al ser humano sin su entorno. Remite a lo real. El hombre no está solo y se construye con lo que ve, esto le hace además cotidiano; de otro modo, el Hombre se adivina vacío, desgarrado y del que no queda absolutamente más que si acaso su ‘supuesto’ espectador. De esta manera la alegoría de la obra remite a lo trascendental.
Pero también yace en sus obras el abismo, el espacio. El mismo que se percibe en el propio lugar donde la obra se sitúa pero también se integra; así el hombre se comprende consciente de un Universo, que entendido como exterior, termina desvelando que no es sino el propio ente observando.
Si su obra es catársis, lo es por trasladarse al regreso del Hombre a su origen donde la pregunta al universo estaba respondida de antemano en el interior del Hombre mismo: la respuesta eres tú, pero se trata de un tú en movimiento, nunca redundante y acabado, por eso al mismo tiempo se trata de una respuesta interminable, siempre incompleta dado que el propio ser humano es proyecto de ser y seguir siendo, por tanto utópica, hacia donde tender, hacia el camino-destino que proponen las figuras y alegorías de Marta.

www.martasanchezluengo.com






 

viernes, 15 de junio de 2012

Las utopías son una soberana estupidez


En buen medida, los movimientos sociales como el 15 M y semejantes me parecen un bla-bla-bla. No le encuentro contenido al movimiento; falta profundidad, echo de menos más estudio. Todas esas carencias provocan resultados vagos y reiterativos. Sé que los jóvenes están descontentos, pero no parecen conscientes de que nunca hemos estado mejor. Las generaciones anteriores, como mínimo, han vivido una guerra. Hay demasiada amnesia en la sociedad. Las utopías son una soberana estupidez. Decía Ortega y Gasset que el utopismo no ha tenido la crítica que merece. No solo es inactual, sino que quiere hablar de todo desde ningún sitio. El que ama la verdad, ama la cosa determinada, lo concreto. Es decir: acepta el mundo como es. 
Antonio Escohotado. Cit. Rev. Filosofía Hoy  nª 12.


viernes, 8 de junio de 2012

Últimas noticias...


«Siendo yo joven, pasé por la misma experiencia que otros muchos; pensé dedicarme a la política tan pronto como fuera dueño de mis propios actos; y he aquí las vicisitudes de los asuntos públicos de mi patria a que hube de asistir. Siendo objeto de general censura el régimen político a la sazón imperante, se produjo una revolución; al frente de este movimiento revolucionario se instauraron como caudillos cincuenta y un hombres: diez en el Pireo y once en la capital … mientras que treinta se instauraron con plenos poderes al frente del gobierno en general. Se daba la circunstancia de que alguno de éstos eran allegados y conocidos míos y en consecuencia requirieron al punto mi colaboración, por entender que se trataba de actividades que me interesaban. La reacción mía no es de extrañar, dada mi juventud; yo pensé que ellos iban a gobernar la ciudad sacándola de un régimen de vida injusto y llevándola a un orden mejor, de suerte que les dediqué mi más apasionada atención, a ver si lo conseguían. Y vi que en poco tiempo hicieron aparecer bueno, como una edad de oro, el anterior régimen. Entre otras tropelías que cometieron estuvo la de enviar a mi amigo, el anciano Sócrates, de quien yo no tendría reparo en afirmar que fue el más justo de los hombres de su tiempo, a que en unión de otras personas prendiera a un ciudadano para conducirlo por la fuerza a ser ejecutado; orden dada con el fin de que Sócrates quedara, de grado o por fuerza, complicado en sus crímenes; por cierto que él no obedeció, y se arriesgó a sufrir toda clase de castigos antes de hacerse cómplice de sus iniquidades. Viendo, digo, todas estas cosas y otras semejantes de la mayor gravedad, lleno de indignación me inhibí de las torpezas de aquel periodo … No mucho tiempo después cayó la tiranía de los Treinta y todo el sistema político imperante. De nuevo, aunque ya menos impetuosamente, me arrastró el deseo de ocuparme de los asuntos públicos de la ciudad. Pero dio también la casualidad de que algunos de los que estaban en el poder llevaron a los tribunales a mi amigo Sócrates a quien acabo de referirme, bajo la acusación más inicua y que menos le cuadraba … Al observar  yo cosas como éstas y a los hombres que ejercían los poderes públicos, así como las leyes y las costumbres, cuanto con mayor atención lo examinaba, al mismo tiempo que mi edad iba adquiriendo madurez, tanto más difícil consideraba administrar los asuntos públicos con rectitud … De esta suerte yo, que al principio estaba lleno de entusiasmo por dedicarme a la política, al volver mi atención a la vida pública y verla arrastrada en todas las direcciones por toda clase de corrientes, terminé por verme atacado de vértigo, y si bien no prescindí de reflexionar sobre la manera de poder introducir una mejora en ella, sí dejé, sin embargo, de esperar sucesivas oportunidades de intervenir activamente, Y terminé por adquirir el convencimiento con respecto a todos los Estados actuales de que están, sin excepción, mal gobernados; en efecto, lo referente a su legislación no tiene remedio sin una extraordinaria reforma, acompañada además de suerte para implantarla. Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno público como en el privado, y que no cesará  en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra» Platón Carta séptima, (traducción de M. Toranzo, Instituto de Estudios Políticos, 1970)

jueves, 7 de junio de 2012

La ciudad del corazón

Hoy he vuelto a mi ciudad y he visto caras tristes, almas tristes.
Brazos cruzados y viejas mochilas de regalo.
Pijos veraniegos y funambulistas del vestido.
Las caras conocidas pasando desapercibidas ante gentes vacías de todo.
De todo menos de nostalgia de ser, de experiencia e identidad.
La soledad pasea las calles que no es sino ensueño de la crisis,
De los tiempos mejores que habrán de llegar.
La lucha se quiebra pero el deseo también.
Tristeza en el corazón alegre de mi cuidad
que destila sus lágrimas bajo toldos y escaparates.




viernes, 27 de abril de 2012



Si je t'ai blessée
Si j'ai noirci ton passé
Viens pleurer au creux de mon épaule
Viens tout contre moi
Et si je fus maladroit
Je t'en prie, chérie, pardonne-moi

Laisse ta pudeur
Du plus profond de ton cœur
Viens pleurer au creux de mon épaule
Oublie si tu peux
Nos querelles d'amoureux
Et, chérie, nous pourrons être heureux

Ô, mon amour
Ne m'enlève pas le souffle de ma vie
Ni mes joies
Pour ce qui ne fut qu'un instant de folie

Ne dis pas adieu
Nous serions trop malheureux
Viens pleurer au creux de mon épaule
Car si tu partais
Si mon bonheur se brisait
Mon amour, c'est moi qui pleurerais

Ô, ô mon amour
Ne m'enlève pas le souffle de ma vie
Ni mes joies
Pour ce qui ne fut qu'un instant de folie

Ne dis pas adieu
Nous serions trop malheureux
Viens pleurer au creux de mon épaule
Car si tu partais
Si mon bonheur se brisait
Mon amour, c'est moi qui pleurerais

Al hueco de mi hombro

Si te herí
Si oscurecí tu pasado
Ven a llorar al hueco de mi hombro
Todo está contra mí
Y si fui torpe
Por favor, amada, perdóname
Pon freno a tu pudor
Desde lo más profundo de tu corazón
Ven a llorar al hueco de mi hombro
Olvida si puedes
Nuestras disputas de enamorados
Y, amada, podremos ser felices
Oh, mi amor no me quites el aliento de mi vida
Ni mis alegrías
Para lo que fue sólo un instante de locura
no nos despidas
seríamos demasiado infelices
Ven a llorar al hueco de mi hombro
Porque si te marchas
Si mi felicidad se destrozase
Mi amor, soy yo el que lloraría
Oh, mi amor no me quites el aliento de mi vida
Ni mis alegrías
Para lo que fue sólo un instante de locura
no nos despidas
seríamos demasiado infelices
Ven a llorar al hueco de mi hombro
Porque si te marchas
Si mi felicidad se destrozase
Mi amor, soy yo el que lloraría


lunes, 16 de abril de 2012

Pastora de mis besos

Te me mueres de casta y de sencilla
Estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla,

y desde aquel tristísimo suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.

El fantasma del beso delincuente

el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.

Y sin dormir, amor, celosamente,

me vigilas la boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.


Miguel Hernández, revista nº 2 de "Rumbos"

martes, 10 de abril de 2012

¿Para qué se trabaja?

En respuesta a la pregunta del próximo encuentro del laboratorio filosófico EQUÁNIMA que esta vez aborda los aspectos filosóficos del trabajo y la sociedad (desconozco para qué fines) voy a intentar plasmar en este escrito la visión que propondría en el debate del día 26 al que seguramente no asistiré. La pregunta se me antoja enorme y no pretendo ser exhaustivo ya que han corrido ríos de tinta sobre este tema, planteados además por pensadores con mucha más capacidad y experiencia que yo, pero sí que espero reflejar el cuadro actual sobre la situación de un trabajador desde una perspectiva crítica en su lado más negativo y al margen de crisis y demás bendiciones sobre la actividad en la que invertimos cada día de nuestra vida para esbozar algunas sugerencias respecto a la pregunta.
Tal como lo entiendo, si la pregunta ¿por qué se trabaja? apunta hacia la investigación de una razón o una causa, la cuestión ¿para qué se trabaja?, denota la búsqueda de una tendencia hacia justificar la función de dicha actividad. Hablar de función nos obliga a abordar la cuestión como una teleología, como no puede ser de otra manera, ya que el trabajo, como queda dicho y repetido por los autores, apunta a una finalidad, a un objetivo práctico, se orienta al resultado. Preguntar pues por la función del trabajo es una cuestión intrínseca y paralela al objetivo del trabajo mismo.
Según la perspectiva de la pregunta parece plantearse desde una toma de situación. Por ejemplo, preguntar ¿para qué filosofas?, implicaría la perspectiva de un interrogador que habitualmente desarrolla una actividad, quizás un trabajo u otra tarea que no es filosofar; la consulta se hace precisamente porque se torna a lo distinto y de ahí nace la necesidad y la curiosidad de preguntar por ello. Pero en este caso la pregunta parece situarse al otro lado. Quizás se le interrogue al intelectual o al filósofo ¿para qué trabajas?. Obviamente la respuesta que en un primer momento se adivina idéntica para cualquiera, analizando más profundamente y según las repercusiones que provoca dicha actividad, bien podría ser distinta según se consulte a una ama de casa, un obrero de la construcción, un economista, un arquitecto, un diseñador, un sociólogo, un político o hasta un religioso. Que las actividades intelectuales, para su desgracia posiblemente, hayan alcanzado cierto valor y respetabilidad laboral también como valor de cambio, ha sido la consecuencia de la política de mercado a la que se han visto sometidas las distintas esferas sociales y que han alcanzado también a los ámbitos culturales e intelectuales. Se impone el mercado y la obligación de crear un valor de cambio para poder subsistir en el ámbito de consumo y éste creo que es el panorama principal al margen del tipo de actividad desarrollada y donde el tiempo creo que es la principal constante que habría que analizar en caso de tener intención de realizar modificaciones para la mejora del ser humano al menos a corto plazo.

Al margen de la especialidad o del experto, lo que principalmente se compra es el tiempo, el valor actual más cotizado según yo lo veo. El presentismo en las empresas es la consecuencia más inmediata. En un primer momento no importa tanto la productividad como la obligatoriedad de mantener el tiempo de la jornada. Más tarde se pedirá al empleado que entregue más que su tiempo, su actitud, su entrega incondicional disfrazada de imagen corporativa y mediante formaciones, cursos, coaching empresarial, tirando de toda ciencia que pueda ponerse al servicio de la empresa y su objetivo ya sea la psicología o las recientes opciones de la nueva era. Espero que la filosofía sepa mantenerse al margen, estoy de acuerdo con Adela Cortina cuando explica que la filosofía no se inclina a cuestiones prácticas sino más bien abstractas y sin finalidad. Lo que es claro es que la empresa compra tiempo del trabajador no sólo como obrero que desarolla una actividad sino también como 'actor'. El empleado desarrolla su faceta más trágica y teatral durante interminables horas diarias hasta el punto de crearle hábito y muchas veces no saber diferenciar quién es y qué parte de su existencia es realmente su vida y su realidad. De este modo el mercado acaba creando una gran empresa de un país que termina olvidando al ciudadano, al ser humano a pesar de recordar desde sus apéndices más siniestros: los departamentos de recursos humanos, que no se olvidan de sus empleados y sus vidas fuera de la empresa, como la utópica conciliación familiar, supuestamente siempre llenos de buena intención, estrategia una vez más de captación para la secta empresarial y sus fines.
También se hace necesario diferenciar los tipos principales de trabajo a los que nos vemos sometidos a diario y que creo que básicamente son el trabajo doméstico que engloba variadas tareas personales mayormente y que finalmente de manera sutil resultan ser tiempo comprado por la circunstancia y el entorno y el trabajo de tiempo comprado, según esta perspectiva que planteo y que es el que habitualmente conocemos para desarrollar cierta ganancia/producción sea por cuenta ajena o particular.
La magia del tiempo comprado es que nos ha liberado a todos. Ha conseguido liberar al antiguo esclavo de las tareas domésticas que permitían al dueño dedicarse a menesteres intelectuales u otras tareas no laborales. De este modo ahora toda persona es igual a las demás para el mercado. Cualquiera vale para vender su tiempo además de su especialización. En resumen, y como principal objeto, el mercado puede comprar a la persona, la cual siempre tiene valor de cambio. Al menos así se lo plantea tácticamente. A la persona que quiere permanecer fiel a sí misma y a ciertos valores ajenos a los fines de la empresa, normalmente se la expulsa del terreno de juego laboral. Por esto se hace necesario mantener a flor de piel las dotes de dramatización, de actor social, buen trabajador, buena actitud, buen compañero, buenos resultados y desmontar este escenario conlleva acabar tildado de negativo, de falto de ambición, de desmotivado y de estar en deuda con el resto que empuja la nave empresarial. En definitiva es expulsado de la polis empresarial siendo apartado al final de las filas. Normalmente basta una sola oportunidad para acabar siendo abandonado y sin ningún interés, nunca se le volverá a adjudicar nada importante. A partir de ahí da lo mismo que permanezca tu cuerpo allí o en tu particular balneario mental, ahora tu valor de cambio se traducirá principalmente en presentismo, acabar tu jornada diaria como sea y prácticamente sin posibilidad de inserción. El fin es el destierro y la bienvenida a las puertas del INEM. Es una forma sutil y refinada de mantener encubierto un sistema de esclavos donde al oprimido, al actor, se le impele a ser más y mejor, y donde se filtra a unos de otros, donde se rescata a una élite, con fecha de caducidad por cierto, a los 'mejores' que son los que entregan más de lo que se les pide, los que se someten al programa empresarial y que de cualquier manera nunca terminan de ser bien pagados conforme al estado general de valores de las cosas.

Desde otro prisma, socialmente el trabajo se trata de un encuentro de personas a los que te tienes que dar y que de manera voluntaria posiblemente nunca hubieras elegido, lo cual genera ambientes tensos y de poca comprensión entre las personas. Muchas veces los propios grupos de trabajadores pueden ser más terribles que el hecho de invertir tu tiempo cada día en desarrollar tu actividad.
Psicológicamente el trabajo, si quizás tuviera un valor positivo sobre la personalidad, incluso en una actividad que agrada, termina por mellar todo espíritu, aburrido de rutinas, negado a toda creatividad y estresado de mantener inflexiblemente este ritmo durante demasiado tiempo. Entonces es que el trabajador está enfermo, cuando posiblemente esté en su momento más lúcido al darse cuenta de que su vida se desmorona y entiende cuál es la verdadera causa. El actor abandona su papel por ciertos momentos. El principio de la libertad, de lo natural en el hombre es lo enfermo para el mundo de la empresa. El sano empresarial termina olvidando quién es realmente, cuál es su vida real y cuáles son las cosas realmente importantes del hombre y como resultado termina por no saber vivir de otro modo. El papel usurpa al actor.

Si el trabajo debía liberar a las personas, liberar su tiempo, más aún con la irrupción de las máquinas, ha terminado por convertirlas en meros apéndices de la maquinaria de mercado. El trabajo ya debiera haber reinventado la manera humana de trabajar. Pero tras el trabajo está el poder, el poder sobre las personas a las que se les recuerda lo afortunadas que son por formar parte de este mecanismo y a las que se les obliga a mantener una actitud positiva sobre una situación no-natural que les coacciona a vender más tiempo del necesario y a actuar forzadamente bajo la ética de la empresa.
En definitiva, se trabaja para comprar sueños, comprar tiempos de vida ridículos, espacios y lugares imposibles de obtener a no ser que dispusieras de tu tiempo vital a tu entera disposición.
Sí, compañeros, se trabaja para olvidarse de sí mismo, olvidar lo básico, negar lo familiar, dividir al ser humano diseccionándolo hasta que una parte consume a la otra. Se trabaja para asentir cuando te dicen que puedes comprar y poseer y 'vivir' la vida que te han elegido y que necesitan que mantengas para asegurar los circuitos de consumo. Ofrecerte cierto tipo de vida es el mejor aliciente que te pueden proponer. El mejor sustituto de la religión para el poder sobre el hombre. La historia del hombre (masculina) ha conseguido trasladar a su propio mundo a la mujer que esperaba liberarse, ahora esclavizada junto al hombre en pos de una hipoteca.
Se trabaja para olvidar que vivimos en un sistema que nos recuerda lo pésimo de la imaginación y la intención del ser humano. De lo mal que sabe hacer las cosas cuando quiere y del triunfo del egoísmo de unos pocos sobre muchos.