jueves, 19 de junio de 2014

El Apeiron de Anaximandro

“El primer hombre que fue creado y moldeado era llamado el Hechicero de Sonrisa Fatal, el Brujo de la Noche, Descuidado y el Hechicero Negro… Ellos fueron creados con inteligencia, ellos triunfaron en el conocimiento de todo cuanto hay en el mundo. Cuando ellos observaron, al instante vieron todo lo que estaba a su alrededor, y contemplaron por turnos el arco de los cielos y la redonda superficie de la tierra… [Entonces el Creador dijo]: ‘Ellos conocen todo… ¿qué haremos con ellos ahora? ¡Qué su vista alcance sólo aquello que está cerca; que vean sólo una pequeñez de la superficie de la tierra!…¿No son ellos por naturaleza simples criaturas de nuestra creación? ¿Deberían ser también  dioses?”

The Popol Vuh of the Quiché Maya. 
“Cit. Cosmos. Carl Sagan. Ballantine Books. Usa. 1980”

Galaxia M31 o de Andrómeda


Breve Bosquejo
Los comienzos del pensamiento filosófico, que situamos en el siglo V a.C. en la antigua costa comercial de Mileto en Grecia, tiene su origen en la antigua tradición mítica; las explicaciones de los poetas, aunque ingenuas y sencillas, sirvieron como fuente de inspiración -al menos como punto de referencia de lo que no explicaban- a los primeros pensadores, que con mentalidad práctica, intentaban desentrañar con sencillez (mediante un principio material explicativo de la multiplicidad) lo que aún el hombre dos mil años después no ha conseguido desenmascarar a pesar de los avances tecnológicos que posee. 
“El nacimiento de la filosofía en Europa consistió, por tanto, en el abandono, a nivel de pensamiento consciente, de soluciones mitológicas para los problemas que atañen al origen y a la naturaleza del universo y a los procesos que continuaron desarrollándose en él”.
El griego de la antigüedad no disponía de instrumentos de precisión para medir ni tampoco podía observar el firmamento de un modo tan audaz como el que proporciona un telescopio moderno sin embargo utilizaron lo único que en ese momento poseían: el uso de la razón y el manejo de un lenguaje que describiese las elucubraciones de ésta. Por otro lado el ambiente para el desarrollo intelectual era propicio: el ocio y el estímulo frente al asombro y la curiosidad. Así lo explica Aristóteles respecto de estos primeros pensadores: “La historia apoya esta conclusión, porque fue después de la provisión de las necesidades fundamentales, no sólo para la vida, sino para una vida cómoda, cuando surgió la búsqueda de esta satisfacción intelectual”. La actitud de estos milesios al acercarse a la naturaleza por la vía de la generación o la genealogía es similar a la Teogonía que expone Hesíodo, como explica Guthrie resumiendo tres puntos generales sobre ellos:

1. Contienen puntos de influencia de las concepciones y modos de pensamiento mitológicos, de tipo evolucionista, y que revolucionaron el pensamiento humano y su historia por su método racional aunque sus avances fuesen temerarios sobre la base de supuestos no comprobables. 
“… No ha de suponerse que los hombres racionales deban rechazar resueltamente lo sobrenatural… a veces no se comprende la esencia de esa comparación [cosmogonía naturalista e historias mitológicas]: lo significativo no es que la teología se convierta en ciencia ni los dioses en fuerzas naturales, sino que unas fábulas no razonadas fueran sustituidas por una teoría razonada. Que el dogma diera paso a la razón.”

2. Ni escritores de teogonías ni filósofos milesios aceptaron la noción de un plan (t¡knh) ordenador o inteligente como responsable del orden cósmico. Los dioses no originaron el mundo sino que ellos mismos parten de un estado inicial de caos. Los milesios entienden que la naturaleza (fusis) está dotada de vida y es capaz de efectuar cambios a los que ella misma está sujeta. Es después de los milesios cuando se tiende a separar materia y vida en el momento que Anaxágoras explica una Inteligencia ordenadora aparte de la materia.

3. El hilozoísmo. Para los milesios la unión de materia y espíritu en una sola sustancia material surge sin más y no necesita argumentación o defensa. El término “hilozoísmo” o la atribución de vida a las cosas inanimadas puede sugerir tres aspectos diferentes:

a. Suposición, consciente o no, de que todas las cosas sin excepción tienen en cierto modo vida.

b. La creencia de que el mundo está completamente penetrado de vida y que muchas de sus partes que aparecen inanimadas, están, de hecho, animadas.

c. Tendencia a considerar la totalidad del mundo, cualquiera que fuera su constitución detallada, como un solo organismo viviente.

¿Llegaron estos hombres a hacer ciencia o de algún modo contribuyeron a ésta?
Como explica Jonathan Barnes en su libro Los Presocráticos en las páginas 62-63 las opiniones respecto a esta cuestión son variadas. Algunos se inclinan por decir que fueron los primeros científicos de la historia, mientras que otros los ven como los sucesores de los poetas y que al mismo tiempo proponían una nueva Weltanschauung. En medio de estas diferencias, otros explican que aunque intentaron hacer ciencia no llegaron a conseguirlo.
Barnes asegura que no aportaron nada al conocimiento científico y que sus observaciones verdaderas fueron demostradas tras un largo proceso. Por otro lado ninguno de los primeros milesios aspiró a la precisión que exigimos hoy a una teoría científica; tan solo tenían ciertas metas intelectuales: describir el mundo y dar una explicación de los fenómenos sin intervención divina ni del azar. Lo que es innegable es que poseían cierto método –aunque quizás no explícito- al desarrollar sus teorías: razonaron, dedujeron y sugirieron nuevos modelos.
Uno de estos personajes fue Anaximandro, que en su búsqueda de la esencia de las cosas, mediante la razón llevada hasta sus últimas consecuencias, propuso un elemento no perceptible y que después pudo contribuir al proceso de separación entre materia y vida que originó teorías como las de Empédocles o Anaxágoras, y de donde parte toda la filosofía posterior.


Vida de Anaximandro

Debió nacer alrededor del 611 a.C. según Apolodoro algo más tarde que su amigo y conciudadano Tales –la tradición posterior los presupone como maestro y discípulo. Temistio lo describe como el primer griego que conocemos que se atrevió a publicar un tratado sobre la naturaleza y que además, dicho tratado, pudo permanecer en manos de Aristóteles y Teofrasto en la biblioteca del Liceo. Apolodoro parece ser que vio una copia del mismo en el siglo II d.C.
Anaximandro no es citado por ninguno de los escritores anteriores a Aristóteles y se recogen los siguientes títulos -procedentes quizás del catalogo de la biblioteca de Alejandría- de “Suidas”, léxico bizantino del año 1000 d.C.: Sobre la Naturaleza, Descripción de la Tierra, Las Estrellas Fijas, La Esfera, “y unas pocas más”. Bien pudiera ser que estos títulos fueran divisiones de una única obra no firmada, como era costumbre en la época, pero lo que se puede afirmar sin duda es que los intereses de Anaximandro van orientados hacia el Universo observable y la astronomía.
Incluso Heidel lo considera más un  geógrafo que un filósofo, ya que Anaximandro confeccionó un mapa, aunque decía Eratóstenes que Estrabón ya consideraba la geografía como parte del estudio filosófico, lo que nos lleva a tener una idea general del significado abarcador de la filosofía en aquellos tiempos. También a Anaximandro se le adjudica la construcción de una especie de esfera, modelo de los cielos, aunque Cicerón dice que fue Tales el primero en esto. También se le adjudica el gnomón aunque Heródoto cuenta que era importado de Babilonia. Realmente esto no tiene mayor importancia; en la época en general se vivía en un clima de intelectualidad y comodidad, gracias a la posición elevada de que gozaban los comerciantes de Mileto, y propició el carácter reflexivo de estos hombres.
La vida en puerto comercial también favorecía los viajes a diferentes países y culturas, por ejemplo Anaximandro dirigió la expedición hacia el Mar Negro para fundar las colonias de Apolonia lo que demuestra la vida pública y participante que llevaba en su sociedad al mismo tiempo que ponía en práctica sus conocimientos teóricos al servicio de ésta -lo que refleja a su vez el aspecto pragmático de la mentalidad de estos hombres.
Dice Cherniss que “el objetivo de Anaximandro era ofrecer una descripción geográfica, etnológica y cultural de la tierra habitada y del modo en que llegó a ser lo que era”.
Lo cierto es que poseemos muy poco de sus doctrinas y posiblemente sus planteamientos cosmogónicos podrían haber sido la preparación para el propósito fundamental de su obra.


Solución al problema del arché

Recogemos los fragmentos de Anaximandro confiando en las citas posteriores de otros autores que pretendieron una investigación acerca de los antiguos pensadores griegos, y de los personajes como Aristóteles y Teofrasto que pudieron acceder al libro de Anaximandro. Podemos decir tal y como explica Cornford “Si vamos a rechazar el testimonio de las únicas autoridades que han leído el libro de Anaximandro, es mejor que admitamos que no sabemos nada sobre él”.
Leemos de Simplicio la cita textual del libro de Anaximandro:

“El principio de los seres es indefinido… y las cosas perecen en lo mismo que les dio el ser, según la necesidad. Y es que se dan mutuamente justa retribución por su injusticia, según la disposición del tiempo”.

Hipólito explica de el principio de Anaximandro que:

“Es eterno y nunca envejece”

Así como Aristóteles dice:

“Que lo abarca todo y todo lo gobierna…es inmortal e indestructible”

Sin duda donde existen traducciones se dan lugar las interpretaciones en cierto modo sesgadas por el traductor, el caso de Simplicio, por ejemplo no iba a ser menos, lo que genera otra clase de problemas de corte filológico en los que no vamos a entrar en este trabajo, a pesar de que pudieron ser fundamentales para entender con exactitud el pensamiento del autor original.

Anaximandro describe la sustancia del mundo como to apeiron (=lo Ilimitado, lo Indeterminado) con doble vertiente: origen y constitución de la materia. Fue el primero en usar el término arché como luego Aristóteles entendería lo que es el substrato de la materia y al ser el elemento (stoice’on - otro término aristotélico que usó Teofrasto-) primordial se entendía que fuese también el origen de todo lo demás.
El término de esta sustancia anónima parece ser que viene de la partícula á privativa en unión a péras cuyo significado es límite o confín. Sin embargo “un poderoso grupo de estudiosos ha propuesto una nueva etimología para apeiros: no se forma a partir del alfa privativa y la raíz de péras (límite) sino a partir del alfa privativa y la raíz de peraû (través), con lo que el significado etimológico de la palabra sería ‘lo que no puede atravesarse’”. Esto, desde luego, daría lugar a nuevas corrientes de ideas diferentes sobre Anaximandro aunque sin embargo la esencia del principio que propone, sea no definido o no atravesable, continuaría siendo una sustancia abstracta y podría seguir reteniendo el carácter metafísico que algunos le dan, porque lo destacable de su visión es la noción de lo ‘no perceptible’, que se aparta de las teorías físicas del resto de sus contemporáneos. Explica Weizsäcker acerca de que la visión de la física “ha tenido siempre una inclinación hacia lo no perceptible. Ello deriva directamente del esfuerzo de los físicos por lograr una concepción unificada del mundo. Nosotros no aceptamos las apariencias en su abigarrada plenitud, sino que deseamos explicarlas, es decir, deseamos reducir un hecho a otro. En este proceso, lo que es perceptible a menudo se explica mediante lo que no es perceptible”. 
La búsqueda de los milesios consistía en dar con un principio material -agua, tierra, fuego u otro fenómeno manifiesto- anterior a los demás; algo más primitivo de donde surgen por igual modificaciones secundarias mediante un proceso de separación. En el fragmento de Simplicio (13: A9 + B1) podemos encontrar una de las posibles soluciones que este autor propone ante la nueva sustancia abstracta “es evidente que, al haber observado cómo los cuatro elementos se transforman unos en otros, creyó que no era adecuado que ninguno de ellos fuera la materia básica, sino algo distinto de estos cuatro elementos”.  Barnes explica la descripción de este argumento en cuatro partes:

1. Cada una de las materias ‘elementales’ podría transformarse en una o varias de las restantes materias ‘elementales’.
2. Si una materia ‘X’ puede transformarse en otra ‘Y’ ni ‘X’ ni ‘Y’ son la razón del cambio.
3. Si ‘M’ es la materia de la que están hechas todas las cosas, ‘M’ es la razón de todo cambio.
Así que:
4. La materia de la que están hechas todas las cosas no es ninguna de las materias ‘elementales’.

También Aristóteles explica: “hay quienes dicen que el cuerpo ilimitado [es una materia distinta de los cuatro elementos] y no el aire ni el agua, para que los demás no puedan ser destruidos por su afinidad; porque están en mutua oposición -es decir, el aire es frío, el agua es húmeda, el fuego caliente- y si uno de ellos fuera ilimitado, los demás ya habrían sido destruidos; por eso dicen que es [el cuerpo ilimitado] otra cosa distinta, de la que éstas [se generan]”.
Se desprende que entre los cuatro elementos existe una oposición; cada uno tiende a eliminar a los otros tres. Si uno de ellos fuera infinito entonces terminaría con los otros tres y predominaría éste de modo que la existencia no podría haber tenido lugar. “Aristóteles sugiere que cuando Anaximandro llamó a su naturaleza primaria, lo Ilimitado, estaba pensando, no en el contraste entre las ideas abstractas de lo finito y lo infinito, sino en el contraste entre esa naturaleza primaria y los elementos que surgen de ella y se limitan unos a otros en el orden del mundo”. De esta manera cuando una fuerza se impone a otra actúa injustamente (adikia), debe pagar su retribución apartándose ante la imposición de su fuerza antagónica, de esta manera siempre existirá un equilibrio de justicia (dike) y orden ante el juez impasible que es el tiempo. También los objetos que conocemos naturalmente acaban por convertirse en los elementos de donde proceden; pero esto es el aspecto físico. ¿Dónde regresa la sustancia primordial o primera de los cuerpos? Dado que el apeiron es eterno e indestructible sugiere que el depósito del que surgen todas las cosas tiene que ser inagotable, aunque esto no quiere decir necesariamente que esté generando cosas continuamente; Aristóteles nos recuerda que la ‘regeneración’ puede ser inagotable también: “tampoco es necesario que un cuerpo sensible infinito exista en acto a fin de garantizar el devenir, porque la destrucción de una cosa puede ser el origen de otra, mientras que la suma total sigue siendo infinita”, o sea que perecer es llegar a cambiar de materia.
Anaximandro al hablar de lo Ilimitado, no sabemos si fue consciente de la infinitud espacial, la temporal, le regenerativa, o quizás estaba pensando en todas a la vez, “algo puramente conceptual y sin significación en el mundo de la experiencia sensible inmediata”. El apeiron es una enorme masa indiferenciada que rodea la totalidad de nuestro mundo y de donde éste parte originándose la separación de fuerzas opuestas, que pasaron a ser diferenciadas y limitadas. Anaximandro entiende estos opuestos no como cualidades adjetivables sino como cosas sustantivadas que se encontraban en un primer momento dentro de una mezcla homogénea. Estas cosas estaban vivas. De ahí el hilozoísmo de que todo lo que poseía movimiento poseía vida (psyché).
Lo Ilimitado no tiene principio ni límite –ni en tiempo (tò aídion), ni en extensión ni en ningún aspecto ya que sino sería limitado y necesitaría de un principio anterior; simplemente ‘es’, recordando a Parménides, que pudo quizás interpretar el apeiron de Anaximandro en su poema;  incluso Meliso, seguidor de Parménides, afirmó que lo que existe “ puesto que no pudo llegar al ser, es y fue siempre, y siempre será, y no tiene principio ni fin, sino que es apeiron”. El pensamiento de Anaximandro pudo estar en el sentido de explicar la indeterminación interna del apeiron más que de la infinitud espacial, ya que el problema al que se estaba enfrentando era la sustancia única que Tales había propuesto y que era incompatible a su creencia de la hostilidad de los contrarios. La no diferenciación del apeiron era neutral en esta controversia y quizás ni siquiera Anaximandro se planteó nada más allá. Sin embargo el significado de apeiron se reviste no sólo de esta visión ‘negativa’ de indeterminación general sino de otra también ‘positiva’, como explica Cornford, acerca del ‘movimiento eterno’ de este apeiron primario y al cual se le atribuyen cualidades divinas. Términos como “inmortal” e “indestructible” sugieren “vida” y además lo Ilimitado “abarca” y “guía todas las cosas” [kubepna panta], como afirman los que no reconocen otras causas (del movimiento) como la Inteligencia o el Amor. Y esto es lo divino, pues es inmortal e imperecedero, como dice Anaximandro”, y es que el verbo kubepnan aplicado a la conducción de navíos, significa “dirigir”, “gobernar”, “guiar”, lo que sugiere no sólo movimiento sino algún tipo de dirección consciente. Los monistas no se molestaron en buscar la causa del movimiento simplemente era inherente al material divino porque poseía vida. Esto bastaba para que se le atribuyeran cualidades divinas aunque como expresa Vlastos: “no hay ningún testimonio concluyente de que Anaximandro o Anaxágoras llamasen a su principio cosmogónico ‘dios’, ni siquiera ‘divino’ y si así lo hubieran hecho desde luego no tenía nada que ver con los dioses o cultos de la religión popular”.
Respecto al ‘movimiento eterno’ dicen los testimonios que Anaximandro le atribuía a este movimiento la separación de fuerzas opuestas y la formación del mundo ordenado, pero nada se dice de cómo comenzó este proceso ni de la naturaleza de este movimiento eterno. Sin embargo, el orden, no durará para siempre, como explica Cornford: “el proceso, consistente en la agresión mutua de las fuerzas hostiles, todavía continúa y acabará por destruir el orden que ha generado [actualmente será el fuego la fuerza destructora]. Sólo la ‘naturaleza última de las cosas’, de la que provienen y a la que volverán, es inmortal e imperecedera. A partir de esta fuente viva e imperecedera, cuando muera nuestro mundo, nacerá otro”. Todo el proceso es cíclico y envolvente donde todo suceso desencadena otro posterior ‘según la necesidad’, que a su vez empuja a la actuación de otro nuevo suceso. Es una espiral de causas y efectos.

Es asombrosa la capacidad de este autor dada la época en que desarrolló sus pensamientos –permítame la licencia de sacar por unos momentos al autor de su propio tiempo. Los planteamientos acerca de lo ‘no perceptible’ llevan impreso un aroma intelectual y con sabor contemporáneo al siglo XX. Hasta donde el hombre alcanza hoy, sigue emparejado a la noción de Anaximandro; conocemos algo más de nuestra galaxia y de la posibilidad de otras muchas. Incluso nos planteamos la vida en otros lugares lejanos a nuestra galaxia. Podemos imaginar la formación de nuestro pequeño universo a causa de una explosión a la que denominamos Big Bang pero no sabemos cómo se produjo la formación anterior a este suceso. Así que seguimos en la misma incertidumbre que Anaximandro cuando hablamos de algo indeterminado que no sabemos bien de qué se trata.  Tuvo una visión casi profética al explicar la transformación de la materia que nunca llega a destruirse y que hoy es irrefutable científicamente. Cierto es que no pudo demostrar nada empíricamente pero su intuición al menos no estaba tan desencaminada como hoy los lectores de la física moderna pueden creer. Es posible conjeturar que si hoy día Anaximandro pudiese vivir y disponer de los medios actuales podría continuar estableciendo su teoría de lo indeterminado -aunque quizás con leves modificaciones científicas- pero que en la esencia podría marcar todo un desarrollo hacia nuevas investigaciones.

Bibliografía consultada

Historia de la Filosofía Griega. W. K. C. Guthrie. Gredos. 1991
Los Filósofos Presocráticos. G. S. Kirk. J. E. Raven y M. Schofield. Gredos. 1987 1º reimpresión.
Los Presocráticos. Jonathan Barnes. Cátedra. 1992
De Tales a Demócrito. Alberto Bernabé. Alianza. 1988
Principium Sapientiae. F. M. Cornford. Visor. 1987

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