martes, 4 de junio de 2013

Sobre la Conferencia " Estética política de las imágenes inintencionales " de J.L Molinuevo

Algunos rasgos que destacaron de la conferencia hablan desde la perspectiva de las sociedades y de la repercusión de los imaginarios en las culturas políticas de la imagen, aspectos más bien de la recepción estética sobre la sociedad como la comprensión gracias a la producción-reproducción que enlaza directamente con el criterio y su posibilidad de educación del gusto (gusto como rasgo de corporalidad plena, se degusta con todo el cuerpo); así también la perspectiva sobre la legitimidad de la imagen debido a su operatividad, a su uso que conforma el imaginario del cual precisamente esperamos una responsabilidad de sí mismo en la culturas políticas ya que las imágenes siempre causan afección y obligan a respuesta impidiendo un espectador pasivo el cual incluso puede no ser consciente de ello.

Sería interesante enlazar esta cuestiones con el tema general del Taller.
Molinuevo tocó un aspecto muy interesante cuando explicaba la cuestión sobre que una imagen solo se puede ser respondida con otra imagen, incluso existe algún proyecto al respecto de reciente creación que es posible ver en http://www.imalogo.es/. Esta posibilidad de paralelismo signo-palabra, signo-imagen obliga igualmente en su intercambio a mantener una gramaticalidad y por tanto creo que nos lleva a una especie de callejón sin salida ya anunciado por Wittgenstein del Tractatus sobre el  intercambio no solamente de categorías estéticas sino incluso gramaticales (y por tanto la necesidad de interpretación sobre aquellas o de cuestionamiento semántico de estas últimas). Mientras exista intercambio, acción/reacción nos encontraremos con los mismos problemas de ámbito semántico o hermenéutico o por otro lado quedamos abocados al solipsismo interpretativo de la imagen (lo más una exposición de imágenes autoreferenciadas sin vínculos entre ellas). Un análisis desde el exterior también somete a este dialogo a una ‘metainterpretación’ (externa a los participantes que ya interpretan) sobre lo que está aconteciendo. 

Creo que la pregunta que más nos debe inquietar es la que va referida no tanto al cómo sino al porqué, salvo que deseemos que lo estético invierta en su propia referencia y abandone toda esfera que remita a otros ámbitos. En la conferencia se tocó este tema acerca de esta cuestión sobre por qué se elige una imagen y no otra como pregunta correcta en el uso de imaginarios. Ciertamente adentrarse en ese terreno constituye una hazaña cuyo horizonte quizás se dibuje desde las psicologías o ciencias de la mente.

Mi pregunta a Molinuevo iba un poco en esta dirección. Dado que la imagen prevalece sobre la palabra y nos somete a un influjo inevitable ¿estaremos vinculándonos a cierto tipo de estéticas, ampliando esto, a ciertos tipos de vida, simplemente por el influjo estético en sí? ¿qué clase de poder nos lleva a decidirnos por parecer más que por ser? ¿por fundir ambos hasta no distinguirlos?¿por llevarnos a la confusión de lo estético y lo ético? Esto tiene que ver con los movimientos sociales, con los grupos urbanos. Mantienen unas estéticas concretas pero en el origen ¿uno genera esta estética o se adhiere a una estética inicial ya constituida?. Creo que en ambos casos se pasa por la apropiación (sea de iconologías, de moda, de músicas, de pareceres incluso, etc) y por tanto pienso que el tema de la adhesión del sujeto a un tipo de estética repercute en ámbitos no exclusivamente estéticos y es un aspecto fundamental sobre el que la propia estética debe investigar en pos de un sujeto que por descifrarse libre debe pasar antes por hacerse consciente de esta cuestión. Lo estético además creo que opera de manera sutil también en casos no tan contundentes sino en lo cotidiano e individual.

Creo que la apropiación de los posfascismos de la iconología de anteriores fascismos no es una práctica o metodología estrictamente nueva. Cuando la imagen no era la herramienta lo fue el discurso, a veces tan efectivo estéticamente como la imagen. Ahora quizás se presente más sutil mediante la imagen, sin embargo donde aparentemente se presenta esta cuestión hacia un destino irrevocable, esta sutileza no garantiza su recepción de la manera quizás esperada por su emisor precisamente por presentarse de manera velada y expuesta a interpretaciones diversas. Podríamos decir al respecto que la imagen mantiene cierta autonomía en sí y reclame cierta expresividad al sujeto para poder constituirse conforme a un sentido. Por cierto, si indagamos en cuestiones semánticas tendremos que remitirnos a los aspectos contextuales y sus ‘juegos’ de uso, a su función metafórica para pragmáticamente reinventar un sentido de la imagen y no tanto su significación.

Molinuevo hace referencia a la reinterpretación de la imagen bajo el prisma de sus aspectos ocultos influyentes sobre las masas, lo cual no deja de tener su importancia pero que inevitablemente nos deja sumidos en una especie de mitología a la que remitirnos que nos despoja de cualquier control sobre su influencia, al menos para el que no se encuentre en guardia, según explicó en la conferencia. Explicó que es este ámbito velado el impulsor de muchas de las orientaciones de los individuos que conforman las sociedades, ámbito dirigido desde la publicidad o la política.

Pero esta misma mitología incontrolable es la que se genera, creo, en la virtualidad. Es cierto que tras la máquina está el individuo. La mente mantiene el control inicial de lo elemental virtual. Sin embargo existen cuestiones incontrolables que se suceden tras las intervenciones virtuales y donde el individuo-creador deja de ser el ‘controlador’ de sus intervenciones para convertirse en un espectador de esta nueva realidad configurada que se sostiene independiente y constituyente de una nueva totalidad. De algún modo la creación virtual también renuncia a su independencia y se sostiene viva en la conectividad, frente a una red de conexiones que le dan un nuevo sentido, una nueva realidad. Es necesario comprender su naturaleza viviente, su forma artificial como tal, permitir su pseudoexistencia como un objeto más de la creación humana, artefacto ético, político y estético, con su propio biograma y su propia materia física.
Un profesor me preguntó una vez si la estética se subsumía en lo ético o era lo ético lo que subsumía en lo estético. A día de hoy creo que lo estético crea vida y si bien lo ético puede generar decisiones y puede ser lo impulsor, también este impulso puede quedar determinado o puede originarse por lo estético. Ejemplo de esto creo que son las redes sociales. 



Quizás como muestra honesta de todo abandono estrictamente semántico o de interpretaciones cerradas de la tarea estética sea la de la exhibición que surge de la plasmación de estos sucesos estéticos en un nuevo mundo (web) donde no rige exactamente la normatividad del mundo real y donde todo queda desvinculado, ya por fin conscientemente, de todo aspecto humano: el mundo de las máquinas…

Cualquier intervención humana sobre este universo y su capacidad interrelacional dejará constancia adulterada de la normatividad de nuestro mundo habitual, de su modo de entender las relaciones, de sus ajustes y correcciones restando expresividad y finalmente libertad al universo web que se presenta como mundo en totalidad  y como presentación de sí como tal, obra que se construye a sí misma, llamémosle si se desea una gran performance, una Gran Producción vital donde se da la posibilidad de recrear ese universo del ojalá de que siempre hablamos.



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